Era día 23 de mayo, y David un niño de Santa Coloma, alto, delgado
y simpático, y su amigo Joan también de Santa Coloma, pero más bajito y
gordito, decidieron ir a dar una vuelta por la montaña de las brujas de Santa
Coloma, donde dicen que cada persona que va ahí desaparece, porque por lo que
cuenta la leyenda en esa montaña desde tiempo de los iberos empezaron ha habitar una
brujas viejas, con una verruga en la nariz y que montaban en escoba, invocadas
por los iberos del Puig Castellar para que les diesen salud, y suerte en las
batallas. Pero no fue así, les fue todo mal, los iberos morían en las batallas,
no nacían bebes, etc... Entonces hubo un día que los pocos que quedaban
invocaron a las brujas para que se fueran de allí, y al momento de invocarlas
aparecieron todas, y lo devastaron todo, dejando el pueblo destruido y sin
ningún habitante. Y según la leyenda las brujas fueron encerradas en un
santuario antes de devastarlo todo con un conjuro del mago del pueblo
construido por ellas en la montaña pero no podían salir hasta que no les
abrieran la puerta.
David y su amigo conocían a trozos la leyenda, pero igualmente
fueron, subiendo la montaña. Era de tarde y estaba oscuro, eran casi las siete
y no les importaba estar cansados. Llegaron hasta arriba de la cima y vieron
una puerta de madera antigua y un poco echa polvo, con unas inscripciones en el
idioma ibérico, pero ellos no lo lograban entender. Dieron un seguidos numero
de golpes muy fuertes, pero como no se abría cogieron un palo largo y
grueso y empezaron a darle golpes a la
puerta, y al rato se empezó a abrir y salieron unas sombras negras de ahí.
Ellos se asustaron y salieron corriendo, pero llegó una bruja detrás de él y
les dijo que durante toda su vida tendrían suerte, salud y dinero por
liberarlas. Y toda la ciudad se entero de ese fenómeno y decidieron llamar a la
montaña Torrent de les Bruixes. Pero igualmente sigue pasando los que pasaba
antes, unas pocas personas desaparecían cada año en la montaña y la gente que
iba por allí luego se quedaban sin trabajo y no podían tener bebes, pero todos tenían
algo en común, habían golpeado la puerta de madera pero sin que nadie les
abriera.
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